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[vc_separator type="transparent" thickness="0" up="34" down="0"] Copyright Mamen Valverde

Cuando la miel se afila las uñas

Date
Category
fotografia, Fotografía de tocador
Tags
boudoir, erotismo, fotos de tocador, granada, Ideal Granada, punto T, PuntoG, Rocio R. Gavira, sensualidad

Todo comenzó con una pequeña exposición en la tienda de cultura erótica PuntoT.

El erotismo y picardía latentes en la fotografía de las primeras décadas del siglo XX han sido la chispa necesaria para iniciar la exploración de la sensualidad en la mujer actual. En aquellas mujeres descubro la libertad de prejuicios y la exposición en todo su erotismo, en un momento donde esa actitud es demostración de carácter y seguridad.
En esta serie de Fotos de Tocador he querido trabajar la sensualidad y erotismo a través del arte de mirarse, de autoseducirse, de mimarse en espacios íntimos no exentos de sentimiento vouyer.

 

Para esta colección de fotografías he tenido la suerte de contar con mi querido y admirado Miguel Ángel Moleón Viana, que tuvo a bien dedicarme este precioso texto

 

“Cuando la miel se afila las uñas, brilla la inteligencia. Esa que en Mamen Valverde toma cuerpo de seducción y sugerencia de encaje negro, dulce trampa para la mirada. Caemos entonces ante ella, con la sed muy abierta, a la altura de sus pies desnudos, sus tobillos, sus tacones de aguja. La imagen en Mamen es promesa de archipiélagos húmedos y cumplimiento de ternura. Es el refugio de sus mujeres, las que atrapa con el objetivo como a polillas que se acercan a la luz de sus ojos precisos, cálidos, entrecerrados con el encanto del placer que está a punto de resolverse. El placer que corre, maletas, visillos, interiores. Vislumbre de sed y hambre, de serenidad y misterio. Hay lunas en las fotografías de Mamen, aunque no lleguemos a verlas; besos de un oriente invisible, lunas nuevas entre senos de terciopelo; lunas llenas a la altura del deseo. Estrellas sobre labios. Silencios clamorosos, que lo dicen todo, entre aleteos de párpados y destellos de pupilas imposibles. Nostalgias, distancias, ausencias. Y novelas abiertas a todos los principios y todos los finales.
Ya quisiera uno ser unicornio, para amar sin tregua a Mamen y a sus mujeres. Nos es poco, sin embargo, dar las gracias al Cielo, cada amanecer, por el regalo que es ella para la piel del alma, para los poros del espíritu, para los filos carnívoros del pensamiento. Para el amor, aunque fuera amargo, y solitario y en la lejanía.
Quiero ser ciudadano del país que lleva su nombre.
O mejor aún: sencillamente suelo. Y que me brinde la comunión profana de sus sagrados tacones de aguja.

sinceramente suyo,miguel ángel moleón viana”

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